Los hijos muchas veces se convierten en lo único que necesitamos para levantarnos las veces que nos haga falta. Ciertamente todos tenemos esa fuerza interior que nos impulsa, que nos motiva, pero cuando tenemos hijos, ese estímulo se multiplica y vemos como nuestras capacidades se multiplican, como nuestras fuerzas salen de donde no sabemos y cómo podemos seguir adelante pase lo que pase.
Hay muchos tipos de amores, pero solo el que tiene hijos entiende la motivación que ellos representa, el empuje que dan y la imposibilidad de rendirnos ante alguna circunstancia, no solo por el hecho de querer darle a ellos lo mejor, incluyendo el mejor ejemplo, sino por la necesidad de hacer de sus vidas lo mejor, y cuando los padres estamos bien, nuestros hijos están bien.
No importa la edad que tengan, somos el soporte natural de nuestros hijos y de cualquier manera ellos entienden y perciben cuando no estamos atravesando por un buen momento. Por lo que salir de cualquier situación negativa se convierte para los padres en algo prioritario.
Muchas veces podemos sentir que el mundo se nos derrumba frente a nuestros ojos, pero luego volteamos y vemos esa mirada de ese ser que provino de nosotros y todo cambia, sabemos que no necesitamos nada más que esa fuerza que nos aporta el sentirnos importantes en la vida de quienes más amamos y por ellos nuestra visión del mundo, inclusive cayéndose a pedazos, sencillamente cambia.
Todas las madres son ricas cuando aman a sus hijos. No hay pobres, no hay feas, no hay madres viejas. Su amor es siempre la más bella de las Alegrías. Y cuando parecen tristes, basta un beso que reciban o que den para que todas sus lágrimas se conviertan en estrellas en el fondo de sus ojos. ― Maurice Maeterlinck
La vida tiene un sentido particular para cada quien y propósitos muy variables, pero quien tiene hijos sabe, que hay un antes y un después, que las prioridades cambian, que queremos ser cada día mejores, desde una necesidad diferente, ya no se trata solo de nosotros, sino de alguien que vino a través de nosotros y cuyo mundo y visión dependerá en gran medida de los que nosotros como padres podamos mostrarle.
Si estás atravesando por un mal momento, tienes hijos y aún no encuentras las fuerzas para levantarte o para seguir adelante, pon en marcha ese motor natural que se activa con solo ver a los ojos a ese ser que confía en nosotros.
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